2015-01-16
"Sería terrible que el mundo universitario mirara al pasado", dice.
"En estos tiempos de restricciones, es muy importante la disciplina presupuestaria, pero también lo es preservar las inversiones con potencial de crecimiento. Y ninguna de ellas es tan evidente como la educación, la innovación y la investigación". Consciente de que la política educativa de la Comisión Europea (CE) es "una gota en el mar", Xavier Prats-Monné (Tarragona, 1956), director general adjunto de Educación del organismo, también insiste en que Europa está mandando un mensaje claro de apuesta por la educación con los presupuestos que está debatiendo: será la partida que más crecerá si se aprueban tal y como están planteados, más de un 70%, hasta llegar a los 19.000 millones de euros para el periodo de 2014 a 2020.
La mayor parte del dinero se lo llevan los programas de movilidad, que se reunirán a partir de ahora dentro de un mismo paraguas y bajo el nombre del programa más emblemático y que este año celebra su 25 aniversario: Erasmus. Universitarios, alumnos de FP, profesores y gestores estarán dentro, para estudiar y para hacer prácticas. Y para ir no solo a una universidad europea, sino de cualquier parte del mundo.
El reto, señala Prats-Monné, es buscar que ese dinero, esa gota en el mar, marque una diferencia -misión difícil, pero imprescindible, dice, ahora más que nunca-, por ejemplo, intentando integrar esos programas de movilidad en las estrategias de internacionalización de las universidades. Además, la Comisión propone poner 100 millones de euros para garantizar 55.000 préstamos para estudiantes de máster. "Hay 3,5 millones de estudiantes internacionales en todo el mundo. Es un mercado que ha aumentado muchísimo y que seguirá aumentando. Y Europa tiene que beneficiarse de él, no solo por las matrículas [que pagan los estudiantes extracomunitarios] sino porque habrá una competición extraordinaria por el talento".
Así, entra en juego otra de las patas de la política educativa de la UE: la cooperación, el apoyo a los consorcios de universidades que hagan posible la diversificación y la especialización, los programas conjuntos... "La Comisión no tiene los medios ni la legitimidad para decirle a un país cómo tiene que organizar su sistema educativo, pero sí puede y debe decir cómo lo está haciendo", explica.
Por eso se está trabajando desde la Comisión en un multiranking de universidades: muchas clasificaciones temáticas sin dar una general; por ejemplo, por áreas de conocimiento. No pretender competir, dice Prats-Monné, con las famosas clasificaciones de la Universidad de Shanghái o la del Times Higher Education, pero sí buscar un instrumento útil para todas las universidades y los estudiantes, a diferencia de aquellos que solo sirven, quizá, a las 300 primeras del mundo; es decir, la inmensa mayoría quedan fuera. De ese proyecto habló Prats-Monné en Madrid en unas jornadas organizadas por la Fundación Conocimiento y Desarrollo.
La Comisión quiere tener lista este año una prueba piloto y los primeros resultados provisionales el próximo, y estará abierto a todas las universidades del mundo que quieran participar, no solo a las europeas. "El objetivo es la transparencia. Tras la crisis actual se harán más grandes las diferencias entre universidades y entre sistemas educativos, y habrá ganadores y perdedores. Por eso sería terrible que el mundo universitario mirara al pasado y no al futuro, pues los ganadores serán los que sepan adaptarse más rápidamente. Para adaptarse hay que conocer la realidad y para conocerla hay que medirla".
FUENTE: EL PAÍS